Si bien lo más probable es que nunca sepamos los detonantes reales del conflicto entre Trump y Musk, lo que sí podemos visualizar son algunas de sus consecuencias públicas, incluyendo qué nos dice de la colisión de factores de poder que llevó a Donald Trump a su segunda presidencia.
Lo primero que hay que tener presente con respecto a esto último, es que la incorporación de Musk a esta alianza no por ser la más espectacular es necesariamente la más determinante, ni siquiera dentro del exclusivo sector de los señores tecnofeudales y tampoco desde el punto de vista ideológico o programático. En este sentido, la alianza de Trump con Musk reúne características similares a la de Trump con Rubio: son agentes externos al trumpismo, que de hecho lo adversaron durante su primer mandato, pero que más allá de algunas afinidades ideológicas se subieron a ese portaviones por comunidad de intereses circunstanciales.
No es por ejemplo el caso de Steve Bannon, que más allá de algún que otro desencuentro es un ideólogo temprano del trumpismo. Y mucho menos el caso de Peter Thiel, el verdadero Señor de los Anillos detrás del tecnofeudalismo y la rebelión “anti-woke”.
Recordemos a todas estas que antes de romper con Trump, Musk viene de dos sonadas rupturas previas, la primera de ellas precisamente con Peter Thiel. Entre ambos fundaron PayPal y entre ambos formaron la llamada Mafia de PayPal, que ahora reúne no solo a lo más granado de los Silicon Valley boys sino de la cual proviene varios cuadros importantes a nivel del actual gobierno, empezando por el Vicepresidente Vance y David Sacks, Zar de Criptomonedas e Inteligencia Artificial. Sin embargo, al poco de creada PayPal Musk fue expulsado por Thiel y sus más cercanos, manteniendo desde entonces una rivalidad épica. Thiel no solo ha sido el principal y más temprano financista de Trump, sino que además es un ideólogo del trumpismo y el MAGA. Junto a David Sack escribió hace ya unos cuantos años El Mito de la diversidad, obra que condensan los principios básico de la revuelta contra las minorías y el discurso inclusivo, biblia de los movimientos supremacistas blancos y aislacionistas que actualmente dominan el imaginario norteamericano.
Por último, pero no menos importante, Thiel es el fundador y principal accionista de Palantir, la empresa de tecnologías militares y policiales basada en inteligencia artificial y minería de datos que está redefiniendo los campos de batalla incluyendo el complejo industrial energético que le debe servir de soporte
En medio de esta galería de personajes, como decíamos, Musk ha sido el fichaje más espectacular de los últimos tiempos pero no el más determinante. En este sentido, es posible que aquello que le dio roles protagónicos –su visibilidad, su poder de fuego comunicacional, su personalidad disruptiva- haya sido la misma causa de su caída en desgracia. Pero más allá de esto, si tomamos en cuenta lo ocurrido sobre el marco de lo que está pasando en Los Ángeles, no cabe duda que su salida también es señal de que el trumpismo se está radicalizando hacia su ala más aislacionista, entendiendo por tal aquella que busca recuperar su papel indiscutible como potencia pero no para dominar al mundo sino para prescindir de él convirtiéndose en una especie de Elysium en la Tierra sin necesidad de una todavía más que difusa emigración a Marte. Esto no significa claro está que el alejamiento de Musk sea definitivo o que esté en desacuerdo con esto. De hecho, hay indicios de que al calor de las protestas en Los Ángeles está descongelando la relación: después de todo, son hombres blancos privilegiados a los que el apartheid une.
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