![]() |
Larry Vaugahn, el popular alcalde de Amity Island en Tiburón de Steven Spielberg: ¿Milei before Milei? |
Si la estafa
protagonizada por Javier Milei con la criptomoneda $Libra escandalizó a muchos, su explicación en torno a lo sucedido no dejó indiferente a nadie; "Si vos vas al casino y perdés plata, ¿cuál
es el reclamo, si vos sabías que tenía esas características?", dijo en
una entrevista con el canal local TN. "Aquellos
que participaron lo hicieron voluntariamente. Es un problema entre privados,
porque acá el Estado no juega ningún rol". Además: "Yo no lo promocioné, yo lo
difundí. No es lo mismo".
Habrá que ver si las exigencias de un juicio político en su contra prosperan. Pero mientras eso pasa, hay que reconocer que en cierto sentido Milei tiene razón.
Es decir, en cuanto funcionario público y en especial en cuanto presidente actuó irresponsablemente. Y es poco probable que no estuviera al tanto de la pirámide tramada. Pero en lo que sí tiene razón es que quienes se dejaron estafar conocían muy bien las reglas del juego: iban por lana al casino y salieron trasquilados. En este sentido, no está mintiendo. Y puede incluso que tenga razón al no sentir culpa, pues después de todo eso es lo que él ha vendido siempre y fue exactamente lo que votaron sus seguidores, muchos de los cuales fueron los primeros estafados.
Su libertarismo –incubado durante la pandemia, hecho en base a criticar las medidas de distanciamiento social y hasta el uso de tapabocas porque "violaban la libertad individual"- se basa precisamente en la ausencia de leyes y normas, así como de cualquier acción reguladora que coarte la libertad de acción. Y como todo el mundo sabe –y como él no ha dejado nunca de decirlo- en ese universo la única ley posible es la del más fuerte, la del más rápido, la del más vivo, sin importar las consecuencias.
Esta es la diferencia fundamental entre los libertarios y los liberales en el sentido clásico del término: para estos últimos la libertad de cada quien termina donde comienza la del otro, lo que promueve la responsabilidad y busca garantizar la convivencia. En cambio, para los libertarios, la libertad individual no conoce ni tiene límite: es de suyo irresponsable y no le importa la convivencia, la que considera un problema tan grave como él Estado. La mutación de una a otra cosa es lo que en su momento se llamó neoliberalismo.
Y eso fue exactamente lo que vendió Milei: acabar con el Estado desde adentro para que todos fueran libres de hacer lo que quisieran, incluyendo traficar y comerciar con órganos, costara lo que costara. Y eso fue exactamente lo que votaron los millones de argentinos que lo votaron y valerse de eso fue lo que procuraron hacer los que salieron estafados. Milei es claramente un psicópata y debería ser juzgado y destituido por lo que hizo, pero de lo que no puede acusársele es de mentiroso. Y los estafados no deberían salir ahora a pedir la intervención del Estado para que los salve y haga justicia: eso es hipócrita.
Desde este
punto de vista Milei recuerda a Larry Vaugahn, el popular alcalde de Amity Island
en Tiburón de Steven Spielberg -hasta físicamente tiene un aire- que se negó a cerrar la playa en vísperas de la temporada veraniega a sabiendas de la existencia del tiburón. Lo hizo pese a eso y a las alertas del jefe de policía del pueblo y de los expertos, pero contó con el apoyo de todos los comerciantes del mismo y no pocos habitantes y turistas. Estos últimos apostaron a que no pasaría más nada y sin embargo pasó. Perdieron por la decisión que tomó el alcalde: suspender la medida preventiva. Pero también por haberla apoyado esperando beneficiarse económicamente pese al riesgo evidente.
![]() |
El alcalde Vaugahn negándose a cerrar la playa pese a las advertencias de la policía y los expertos. |
Cambiando
todo lo que haya que cambiar la situación es casi la misma: Milei, como el
alcalde Vaugahn, es el primer responsable de lo ocurrido, pero quienes lo
votaron para que hiciera lo que hizo, sabiéndolo plenamente capaz de hacerlo, no
pueden argumentar ahora que cuando se metieron a la playa desconocían el riesgo
de que los tragara alguno de los tantos tiburones que abundan en el mundo
cripto.
Exactamente en eso consiste la distopía libertaria y está bueno que estas cosas pasen para que se vea en alta definición en qué consiste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario