jueves, 9 de enero de 2025

Donald Trump and the Lex Luthor´s government (1ra parte)


 

¿Recuerdan la trama de No mires arriba?

Un par de astrónomos intentan advertir sobre un meteorito que impactará contra la Tierra acabando con la vida tal y como la conocemos. Pero al hacerlo, se las ven con la indiferencia de la gente y la burocracia del gobierno, así como los intereses de las grandes corporaciones e inversionistas, todo lo cual acaba volviendo inútil cualquier medida al respecto. Incluso las trivialidades de la prensa amarillista conspiran contra sus intenciones. 


Finalmente, y cuando ya parece que nada puede hacerse, aparece Peter Isherwell, CEO de una poderosa Big Tech, con un plan para salvar el mundo, que lo convierte en asesor directo del gobierno de los Estados Unidos. Pero lo de “salvar al mundo” es en realidad el objetivo manifiesto de su plan, pues el no manifiesto y más importante a sus efectos es usufructuar las riquezas del meteorito, lleno de minerales raros y muy valiosos. La cosa es que todo sale mal: no logran ni una ni otra cosa y activan entonces el plan b: salvar a los más poderosos y privilegiados. Así las cosas, cuando la catástrofe ya es inminente, quienes pueden pagar millones de dólares abandonan la Tierra y embarcan en un viaje interestelar dirigido por Isherwell hasta llegar a otro planeta con  condiciones parecidas a empezar de nuevo la civilización humana, aunque en un punto más avanzado con ellos como élite fundadora.        


Como es sabido, Don´t look up, es una película de ciencia ficción catastrofista disfrazada de sátira política, con el meteorito funcionando como una metáfora del cambio climático. En ese sentido buscaba enseñarnos “algo” sobre la actualidad planetaria. Básicamente, cómo la humanidad es capaz de asistir a su propia destrucción como si de un goce estético de primer orden se tratara.[1] 


Pero lo que no sabíamos –o al menos no era tan claro en ese momento- es que adicional a esa capacidad de reflejar “lo que estaba pasando” nos estaba haciendo spoiler de cosas que están por pasar.


Me explico.


Recordemos que Peter Isherwell no es un personaje sacado al voleo. El actor Mark Rylance, quien lo interpretó, cuenta que para ello procuró reunir un poco de todos los grandes CEO´s de las Big Tech, como Zuckerberg, Steve Jobs y Jeff Bezos. Sin embargo, quien más lo inspiró fue Elon Musk, del cual leyó su autobiografía en la que entre otras cosas manifiesta su intención de salvar a la humanidad fundando colonias en Marte. Según el relato del magnate surafricano nacionalizado norteamericano, esta una idea que lo obsesiona desde que a los 10 años leyó Fundación de Isacc Asimov, novela de ciencia ficción futurista donde el protagonista construye colonias para salvar a la humanidad y preservar el conocimiento tras el colapso de un imperio interestelar.


No se trata de una obsesión original ni mucho menos. En internet existen muchos foros y grupos de personas que debaten e intercambian sobre la misma, incluyendo sobre su viabilidad. La diferencia entre todas esas personas y Musk es que éste es el hombre más rico del mundo (y probablemente de la historia), con recursos más que suficientes para llevar a la práctica sus obsesiones por más “locas” que a primera vista puedan parecer. Esta es de hecho la razón por la cual en 2002 fundó Space X, empresa cuyo objetivo es reducir los costos y preparar las condiciones para la colonización de Marte. La proyección es que esto ocurra antes que termine la primera mitad de este siglo XXI, fundándose las primeras colonias habitadas en el planeta rojo entre el 2040 y el 2050.


Y valga agregar que todo este esfuerzo no se hace por el simple gusto de satisfacer su obsesión, emulando a su ídolo de la infancia. La razón es más compleja: Musk es un convencido de que inevitablemente nos dirigimos hacia un colapso civilizatorio, que no será ecológico –es otro conocido negacionista del cambio climático- sino sociopolítico y económico en sentido amplio, e inclusive, demográfico. En virtud de lo cual se ha ideado el plan para salvar lo que pueda salvar de civilización humana mudándola al planeta rojo.


Como ya dije, puede que parezca una locura. Pero a todas luces se trata de una con mucho método, recursos a la disposición y un importante nivel de avance. De hecho, todas las empresas de Musk tributan en mayor o menor grado al mismo propósito. 


La más obvia es Space X, encargada de hacer posible la huida y preparar los hábitats marcianos. Pero también debemos contar The boring company, encargada de perforaciones y excavaciones en ambientes extremos… como los marcianos. Solar City, concentrada en el aprovechamiento de la energía solar. Neurolink, de “hackear” el cuerpo humano para crear las súper mujeres y súper hombres que los habitarán. Star Link, de la conectividad. xAI, su emprendimiento de inteligencia artificial que funciona como un lazo entre Star Link y Neurolink en la labor de mantener comunicados a los súper humanos marcianos. E incluso X (antes Twitter), de la que Musk ha dicho que independiente de lo rentable o no que pueda resultarle actualmente su intención es ensayar la conformación de una plataforma interactiva de diálogo y toma de decisiones entre los habitantes de las colonias marcianas sin intervención de Estados o gobierno.


Nada de lo antes dicho es teoría conspirativa o mala propaganda. Es lo que se puede leer en las páginas oficiales de todas las empresas nombradas. O de lo que el mismo Musk alardea en las múltiples entrevistas o post de RRSS que suele brindar.  


Pero volviendo a No mires arriba, ¿no es justo entonces lo mismo que iba a hacer Peter Isherwell? No media ningún meteorito y no se trata del mismo planeta pero es la misma lógica, así que tiene sentido que Musk haya inspirado el personaje. Ahora bien, recordemos que Isherwell funge de asesor del gobierno de los Estados Unidos, cuya presidenta a su vez es una parodia de Trump (la cinta se estrenó el mismo año en que éste entregó su primer gobierno). Sí, el mismo Trump que a partir de este 20 de enero asumirá de nuevo la presidencia de los Estados Unidos. Y sí, el mismo que trae entre sus principales novedades la incorporación de Elon Musk como “asesor especial” con rango de ministro de su gobierno?


¿La vida imitando al arte?


La pregunta es menos trivial de lo que parece. Pues obvio el punto no es si Musk imitará a  Isherwell en la vida real como Isherwell lo imitó a él en la ficción. Salvo sorpresas de último minuto, no está previsto que ningún meteorito catastrófico se estrelle contra la Tierra en el corto plazo. Y si fuera el caso o una hecatombe similar pusiera en riesgo a la civilización en los próximos años, los planes de colonización de Marte todavía están muy crudos pese a sus para nada desestimables avances. 


En diferentes entrevistas, Rylance cuenta que en su estudio de los principales gurús tecnológicos lo que más le llamó la atención es que ninguno se ve a sí mismo solo como hombres de negocios, sino que seres superiores predestinados a salvar a la humanidad, siendo esto lo que en su criterio los vuelve más peligrosos. Lo que nos trae al verdadero punto: ¿qué pasa o puede pasar entonces a partir de ahora que en la vida real y no en el cine una camarilla de sujetos convencidos de que el mundo esta por destruirse y ellos son los elegidos para salvarlo (o salvar lo que consideran debe salvarse, empezando por ellos mismo), pasan a formar parte del gobierno de la todavía principal potencia mundial, encabezado por un otro magnate a su vez convencido de emprender una cruzada contra el colapso de la civilización blanca, anglosajona, judeo-protestante que encarna?


Una camarilla de la cual, para ser honestos, Elon Musk es el más visible pero no necesariamente el más influyente ni peligroso. 


Y aunque parezca exageración o la trama de una novela de ciencia ficción es justo a eso a lo que nos aprestamos a asistir en los días, meses y años por venir a partir del 20 de enero próximo,  


Pero lo explicaremos mejor en nuestra próxima entrada.  



[1] La frase es una paráfrasis de Walter Benjamin, quien cierra su célebre La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica, literalmente así: La humanidad, que antaño, en Homero, era un objeto de espectáculo para los dioses olímpicos, se ha convertido ahora en espectáculo de sí misma. Su autoalienación ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucción como un goce estético de primer orden.

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